Un género susceptible de cruces es el cine negro. Sus películas son únicas pero su unicidad es en serie, y esto quiere decir que todas responden a un mismo patrón narrativo. Desde la mujer fatal, pasando por el detective alcohólico y acabando en el triunfo de los justos.
Un marco clave que suele repetirse en estas historias, al igual que el centro comercial en las películas de zombies o los bares en la nouvelle vague, es el escenario del crimen o el robo. Estas situaciones, que pueden funcionar como el motor de arranque para un periplo policial o bien como el clímax de una aventura delictiva, son, para nuestro estudio sobre los planos secuencia y sus cruces, material de indagación en estado puro.
En "El demonio de las armas" ("Gun Crazy", Joseph H. Lewis,1950) vamos con dos atracadores camino al lugar donde sucederá el robo. Sin embargo, el director quiso que nos quedemos fuera, aguardando la salida del autor material de los hechos.
Por otra parte, en "Forajidos" ("The Killers", Robert Siodmak,1946) el director nos invita a sobrevolar la escena, haciéndonos cómplices del robo. Robo que dura lo que dura la espera en "El demonio de las armas", desatándose el caos bajo el sonido de una misma sirena y confirmar así que, retocando aquella frase de Julio Cortázar: a todos los atracos, el atraco.