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El expresionismo alemán y el cine negro se caracterizaron principalmente por sus impertinencias visuales, véase el decorado y las sombras en el expresionismo y los contrapicados o los fuera de campo del cine negro. Pero asumido el continente de dichas expresiones, pasamos a una lectura de los argumentos muy arraigada en la necesidad histórica de estos dramas. Un ejemplo de ello es la filmografía de Fritz Lang, y más concretamente “M, el vampiro de Dusseldorf” (1931) y “Mientras Nueva York duerme” (1956).

 

Tambien destacamos algunos logros técnicos que, si bien alcanzaron su madurez en el cine negro, ya habían sido puestos en práctica en el expresionismo alemán expresionismo alemán, véase el hecho de ir desacoplando la cámara del tripode para que el espectador pueda vivir más de cerca lo que afecta al personaje (“El último” / F.W.Murnau / 1924 y “La senda tenebrosa” / Delmer Davis / 1947). En el terreno de lo narrativo dos cuestiones nos saltan al ojo, por un lado el universo onírico, reflejado en dos clásicos:  “El gabinete del doctor Caligari” (Robert Wiene / 1919) y “La dama de Shanghái” (Orson Welles / 1947) y por el otro lado, las ciudades como un personaje más en la historia, como es el caso de “Metropolis” (Fritz Lang / 1927) y “La ciudad desnuda” (Jules Dassin / 1948). 

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