Detonante de la futura nouvelle vague, "Hiroshima, mon amour" (1959) fue el germen del cine no lineal, aquel que abrió el camino a los viajes en el tiempo, el flash-back, y el que apuntaló una de las practicas mejor definidas del séptimo arte, la conservación de la memoria y la lucha contra el olvido. Del ojo de Alain Resnais y el corazón de Marguerite Duras no pudo salir otra cosa que una de las mejores películas sobre la guerra y el amor.
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